
Me escribió hace pocos días Josu Trueba y comentaba: «Hola colega, quería compartir esto contigo ya que me parece tan insultante que esto pueda ocurrir en la profesión a la que amo. En fin que lo he visto y me has venido a la cabeza y te lo hago saber. Un abrazo Tino«. Se refería a la imagen que encabeza esta entrada y que se vendió por 4.338.500 $ hace un año; una obra de Andreas Gursky que, por cierto, también había vendido otra por 3,346,456 $.
Siempre me han intrigado los criterios que promueven los mercados del arte con la fotografía. Por eso me desplacé hasta Francia para conocer el Salón Paris Photo. Ciento veintiocho galerías especializadas en ampliaciones de coleccionista y veintitrés editoriales son cifras para recapacitar. Y eso sin contar las de los salones off. Comprobé que todas las tendencias estaban representadas. Desde copias vintage de autores clásicos hasta polaroids a 24.000 € pasando por fotos robadas de personas en el metro, muy ampliadas y, un detalle significativo, todas las fotografías con un enmarcado impecable. Mi conclusión es que cualquier propuesta es válida cuando realmente alguien considera una fotografía como una inversión.
Por descontado cualquier nueva fuente de ingresos es una buena noticia en estos tiempos tan magros para los reporteros. Imagino que el quid de la cuestión es como acceder al mundo de los galeristas y de los compradores. Era increíble visitar stands con media docena de fotos expuestas (a veces, solo dos o tres) y no reflexionar hasta qué punto el alquiler del espacio, los desplazamientos -unas cuantas venían de Estados Unidos y Alemania- noches de hotel, dietas y todos los extras que te suele costar París, se amortizaban con la venta de unas pocas fotos, a lo que habría que añadir, por descontado, la ganancia del autor.
Y ahora reflexionemos sobre el extremo opuesto. Vienen que ni pintados Josu Trueba y Pau Coll Sánchez, que firman el excelente libro «Al son del Punk» ¡Kuidado ke muerden!, un trabajo muy elaborado editado en formato de libro que incluye también las aportaciones de un taller de fotografía participativa, cuyos resultados aparecen en este vídeo de tres minutos.
La vida de unos punkeros en Cuba es una formidable muestra de documentalismo a cargo de jóvenes fotógrafos. Los bibliófilos coleccionistas, ya que hoy mi entrada va de ello, pueden conseguir un ejemplar en Ruido Photo o en estas librerías. En todo caso se trata de una excelente muestra de hasta qué punto los canales de internet permiten materializar proyectos impensables hace poco tiempo u de un loable ejemplo de iniciativa, en el otro extremo de las sofisticadas galerías de arte. Os invito a ojear las fotos de Josu Trueba en este enlace, aunque yo no me perdería, en el libro, la historia de William o la de Yohandra y la paralítica Gerson, entre otras.
En cuanto a mis novedades, os recuerdo que todavía quedan plazas para el taller que daré los días 15 y 16 de diciembre en Valencia «Fotografía de Viajes para National Geographic«. Y para finalizar esta entrada…el rostro de un visitante peculiar del Paris Photo. Solo le falta el marco.
Mi opinión es sencilla, estas cosas ocurren porque los galeristas, al igual que cualquier otro ser humano, es una persona que mira principalmente por sus beneficios, sobre todo cuando son económicos. Me explico, tienes una galería (importante o mediocre, da igual), hay unos astros en el firmamento fotográfico pero, no son tuyos. No hay problema, buscas uno, que te guste, da igual si ni siquiera sabe enfocar, eso es lo de menos. Luego, si tienes dinero y si no pues lo pides, montas una fiesta por todo lo alto, chanpagne, caviar,… Invitas a tus amigos ricos y que ellos a su vez inviten a sus amigos ricos, tu, traes al fotógrafo a la fiesta, vestido en plan Grunge, o lo que esté de moda, lo presentas y hablas de lo maravillosa que es su obra, de que te ha producido orgasmos, que sin duda es un talento que estaba por descubrir, que en unos años Picasso se levantará de la tumba para comprar una de sus fotos o cambiarla por el Guernica, que el arte siempre es una buena inversión, que nunca caerá (lo mismo que decían los promotores inmobiliarios hace apenas 5 o 6 años).
Acabado el primer proceso, comienza la segunda fase. Montas una exposición en tu galería bien ubicada en las mejores zonas de Paris, NY o Berlín con unos precios estratosféricos (este punto es muy importante). La clave está en vender una el primer día, si lo consigues y sale en la prensa, todo está hecho. Esto puede parecer difícil pero si tienes los contactos, no hay nada más fácil, tu ya has pactado la compra con alguien meses antes de que esto ocurriera, con alguien conocido, depende de tus ambiciones te puede valer el alcalde del pueblo o un actor, otro fotógrafo ya bien conocido, en este punto todo depende de hasta donde lleguen tus corruptos tentáculos.
Y aquí tenemos la verdadera obra de arte, funciona exactamente igual que funciona el mundo de la música, el cine,… alguien tiene un interés económico o de amistad con un tercero y si tiene los contactos y la inteligencia suficiente, es pan comido.
En cuanto al Sr. Andreas Gursky, no me parece que algunas de sus fotografías pasen de un Topix en Associated Press en un día normal. La que pones aquí, es un insulto a la inteligencia sin más, se ha pagado eso porque lo firma Gursky, se ha perdido el norte, ahora no existe la obra de arte, ahora lo importante es el artista, eso es lo que le da valor a lo que tenemos delante, no la obra en si. En los inicios era diferente, si tu obra era buena, eras entronizado, ahora te entronizan, cagas en una lata (perdón por la expresión, pero todos recordamos el famoso caso de la mierda de artista) y como es tuya, se vende.
Gracias por una entrada tan extensa. No falta ironía y sentido del humor. Ahora me encantaría leer la opinión de algún propietario de galería.
Por supuesto, te puede responder uno de los torpes, los que simplemente siguen a los timadores creyéndose la mentira a piesjuntillas.
Un saludo maestro.
Nada más acertado que tu post y el comentario de Arturo Rodriguez. Lamentablemente vivimos en un mundo en la que la economia ha arrasado con toda tendencia cultural, ha abusado y abusa de esto, y lo que es peor, ha sido capaz de comprar la creatividad de las personas. Yo creo en esos pequeños reductos que son capaces de darse cuenta y de en cierta manera, denunciarlo, por lo menos son pequeños puntos de luz a los cuales intentas seguir. Gracias¡
Una cosa es arte o fotografía y otra bien distinta es el mercadeo del arte o de la fotografía.
No seré yo quien critique a Gursky por lo que le han pagado, tampoco criticaré a Garcia Rodero si ahora le pagan una pasta por tal o cual retrato. Protestaré cuando a cualquier fotógrafo le paguen de menos (o no le paguen).
Sinceramente, me escandaliza bastante más lo que se paga por un futbolista, lo que cuestan los iPads de los ministros (recordando la entrada de Tino de hace unos días) y sus sueldos, dietas y demás o los rescates a los bancos.
No me gusta el mercadeo de arte y no lo defiendo pero ni me parece el mayor de los problemas, ni responsabilizaré a los fotógrafos por lo que les pagan, ni juzgaré su trabajo en base a lo que pagan los mercaderes.
Gracias una vez más, Tino!
No creo que nadie pague en metalico ese precio por una fotografia mas bien pienso que el mecanismo es el siguiente tengo una fotografia que compre en tal sitio y me costo pongamosle 3000 euros que ya es mucho y yo soy un tio muy rico y tambien con ganas de reirme y pasarmelo bien y de paso le debo unos cuantos millones de euros a otro colega de negocios le pago la deuda y le doy la fotografia que no me gusta para nada y eso si le pido que diga que me ha comprado la fotografia por el monto de la deuda etc etc y tambien le preguntaria a josu trueba y ya que nombras a ruido photo y con sus fotos tan anti sistema que hace en lugares con el apoyo del gobierno de españa y del ministerio de cultura detras.
Lo que para unos es importantes y de gran valor, para otros no lo es.
Estoy totalmente de acuerdo con Arturo Rodríguez, la fotografia no escapa a la especulación. La imagen de Andreas Gursky “Rhein II” vale un dineral vendida en el sitio adecuado o unos euros subida a una empresa de microstock. Como en otros ámbitos la especulación y la explotación se aprovechan de la ignorancia del público y/o la desunión de los trabajadores/artistas para utilizar la fotografia en su provecho. Lo triste es que la falta de educación visual y plástica hace que algunas personas gasten unos minutos intentando ver que tendrà de especial ese paisaje y acaben pensando que ese dineral que cuesta es tan grande como su ignorancia que no alcanza a ver lo que tiene de interesante esa imagen.
Un saludo a Tino y a los demás.
Propietario de galería no soy, ero con más de uno me he topado…
Usando una idea vertida por Alfons, creo que hay fotógrafos capaces de provocarte un orgasmo viendo su trabajo. Otros, podrían perjudicar seriamente la salud de tenerlos expuestos en algún rincón importante de nuestra casa. Pero esto del arte, el gusto y equilibrio emocional del artista es tan secundario que lo que único que importa es la tendencia y esta se paga bien por aquello de los nuevos ricos incorporados al mercado de lo que sutilmente se vende.
Hay obras infravaloradas y otras, al ver su cotización no sabes que es lo que realmente estas pagando (de poder hacerlo, claro).
Hola:
Perdón por poner este comentario tan tarde, pero no sólo es para decir que tenéis razón….también es para comentar el curioso caso de Vivian Maier. Por si alguien no la conoce os diré que era una fotófgrafa aficionada que nunca en su vida publicó ni una sola foto,….nadie supo de su existencia hasta que despues de fallecer se hizo una subasta de su trastero y salieron a la luz unas 200000 fotos (toda, pero TODA, su obra). Sus fotos son tan buenas como las de cualquier artista consagrado y casi terminan en la basura.. si no la conoceis os la recomiendo.
Hola Tino , no se si esto te llegará por aqui pero no se como acceder a ti de otra manera, interesante artículo eso si!!!
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Hola de nuevo no se si te llegó el pdf con la info del cole pero si puedes enviame un mail y te lo adjunto gracias por
tu tiempo y tus maravillosas fotografías, Bèla